Vooruit: Nirvana 1991

Hoy es 23 de noviembre de 1991, mi última noche en Gante. Nirvana acaba de tocar en el Vooruit hace dos días con Courtney Love y Hole como  teloneras. Antes de empezar, Kurt sale al escenario con una bandeja de plata hasta arriba de fruta y vegetales que lanza divertido al público, como si lo único que importase es alimentar a una jauría hervívora necesitada de amor y ruido.
Comenzaron con Drain you, continuaron con School , About a Girl Polly.

La Jaguar y la Stratocaster de Cobain sonaron más afinadas que de costumbre. Dave Grohl marcaba con fuerza cada golpe de bombo y una chica subía cada cinco minutos a ajustar los micros del baterista que no paraban de caerse. Era difícil aguantar la fuerza de Grohl. Quería que se le oyera sobre los amplificadores saturados. Y se le oyó.

Las colas para entrar llegaban hasta Lammerstraat. Daniele y yo nos habíamos comprado un par de cervezas y fumábamos comentando lo que nos jodía que las bandas hicieran bises en los conciertos. Vimos salir a Frédèric Brebant, riéndose como un loco, contándole a un amigo que acaba de hacer la entrevista más surrealista de su carrera. Aún lleva la cámara de 16mm colgada del hombro.

No nos defraudaron, sonaron durante casi hora y media y, al final, Kurt, como de costumbre destrozó su Stratocaster blanca. Había que romper una y entre la Jaguar y la Strato no había duda. Versionaron The End de The Doors. En realidad tocaron un par de estrofas en las que Novoselic no paró de decir sandeces por el micrófono mientras Kurt Cobain trataba con poco éxito de sentir por sus venas el fantasma de Morrison. De golpe cambian a Been a Son y se les nota más cómodos.

No hay pausa, enlazan las canciones sin distancia y todos gritamos como si lo único que importara es tener veinte años y estar cabreado. Tenemos veinte años y estamos muy cabreados. Pierdo a Daniele hasta que la veo subida al escenario moviendo la cabeza y apoyándose espalda con espalda con Novoselic. Kurt parece estar en otra cosa, el cardigan verde hacía un par de canciones que le sobraba y me da miedo que mi francesa pise al gigante descalzo de dos metros que toca el bajo. Siguen con versiones: Where did you sleep last night de Lead Belly. Novoselic y Grohl cambian sus instrumentos. Dave Grohl toca muy bien el bajo, seguro que también es un guitarrista fantástico.

Terminan con Jesus doesn’t want me for a sunbeam de The Vaselines. Mi tío me habló de Jerry Lee Lewis y de cómo quemaba su piano hacía cuarenta años, de Pete Townshend y Jimmi Hendrix destrozando sus guitarras, incluso recuerdo que mi primer polvo fue después de ver a Jeff Beck hacer lo propio en la película Blow Up de Antonioni. No era la primera vez que me encontraba con un tipo apuñalando una pantalla de 100w con un mástil, pero si la primera en la que casi pude sentir respirar las astillas y las lascas de pintura. Kurt y Krist se baten en duelo con sus instrumentos tratando de imitar a Sean Connery y Christopher Lambert en Los Inmortales. Avanzo entre empujones hasta la primera fila, Daniele está sudando muy acelerada. Un tipo que está a mi derecha aprovecha que Cobain, casi en trance, se agacha hacia el público para agarrarle la correa de la guitarra que aún tiene colgada del hombro. Casi lo tira al suelo. Alguien de seguridad le reprende en neerlandés. Ya solos en el escenario lanza el cuerpo destrozado de la guitarra al público, Daniele trata de cogerlo y yo intento que no me asfixie el sudor y las camisas de felpa de una veintena de tipos que en cuestión de segundos tengo sobre mí. “Casi la pillo, ¿has visto?”, dice Daniele. “Sí, por poco”, contesto. Courtney Love comenta algo con Dave Grohl riéndose, entre bambalinas, desde el lado izquierdo del escenario.

Frédèric Brebant: ¿A qué crees que se debe la apatía de esta generación de jóvenes?
Kurt Cobain: ¿Te refieres a la pasividad?
Frédèric Brebant: Sí, claro.
Kurt Cobain: Es porque dormimos demasiado.

Es nuestra última noche en Gante y no, nosotros apenas dormimos. Salimos de la ciudad por el sur, pasamos Ledeberg y tomamos la autovía dirección a Bruselas. Unas horas más tarde, cruzando la frontera con Francia por Lille, en el Renault de Daniele, oímos por la radio que Freddy Mercury acaba de morir.

Hoy es ayer y esto ya pasó mañana. Mañana será 12 de mayo de 1938 y en el mismo escenario, donde hace unas horas Nirvana dio su único concierto en Bélgica, unos obreros gritarían: Vooruit! Con el puño izquierdo en alto, después de un mitin donde piden dinero y soluciones para los niños y los refugiados que intentan huir de la Guerra de España.

*Vooruit: Adelante.
Grito de guerra que usa orgulloso el movimiento obrero en Flandes.
También era un periódico y un teatro. Ahora es un bar y un teatro.

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